Amor animal

Lo del amor por los animales no es una novedad. Desde tiempos antiguos el ser humano ha manifestado un interés en ellos que va más allá de la conveniencia como eslabón en la cadena alimenticia. Lo que pareciera gritarse a voces en las redes sociales es que cada vez se vuelve más humano el trato a los animales, dándoles cualidades incluso de hijos en una familia.

¿Será que se vuelve realidad lo que hace cientos de años dijera el filósofo griego Diógenes Laercio: “mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro”? ¿Será que cada vez se quiere más a los animales y menos a las personas?

Para la terapeuta infantojuvenil Nadia Coradín, no es así: “no creo que se esté dando un rompimiento del lazo afectivo entre las personas a causa del amor por los animales”. Para la especialista del Centro de Vida y Familia Ana Simó, lo que sucede es que la gente está “dolida y decepcionada”, víctima de la falta de empatía y solidaridad. “Quizá por eso se aferran más a los animales, con quienes tienen lazos más armoniosos y seguros. Una mascota te brinda cariño puro y desinteresado”, explica Coradín.

De su lado, la psicóloga clínica Kaly Báez, especialista en duelos y pérdidas, afirma que son los humanos quienes hacen daño por decisión, bajo cualquier motivo y en cualquier momento. En cambio, cuando un animal lo hace, es porque responde en defensa de un ataque o es parte de su función dentro de la cadena alimentaria. Ambas expertas coinciden en que la deshumanización es una responsabilidad de los propios individuos.

Nadia Coradín pide no olvidar que ese “mayor afecto a los animales” traduce una muy certera probabilidad de que exista ese mismo sentimiento hacia otros seres humanos, prueba de su sensibilidad y preocupación por su entorno. Sin embargo, reconoce que sí hay casos en los que no se tiene esa misma consideración con otras personas, y se puede estar frente a una condición de dificultad de interacción social y creación de vínculos afectivos con otros.

Un tema espinoso

La pregunta a algunos les podría resultar una tontería: ¿puede una mascota ocupar el espacio de una persona? En las parejas, ¿podría sustituir a los hijos? Sin embargo, las respuestas resultan bastante interesantes.

Un 34% de los encuestados por Estilos respondió que sí. El 66% restante, no. Y los expertos, ¿qué opinan al respecto?

Kaly Báez es directa y llana: “Una mascota no llena vacíos. Nos ayuda de infinitas maneras a superar cambios importantes y pérdidas, pero no sustituyen a nadie, ni a nada”. Nadia Coradín entiende que dar una respuesta a esto es muy complejo y personal: “las personas que únicamente tienen mascotas van a argumentar que ven a sus animalitos como sus hijos, ya que son sus cuidadores primarios, mientras que las personas con hijos te dirán que esto nunca será así, que el lugar de un hijo nunca podrá ser ocupado. A su vez, tenemos familias donde ambos coexisten, padres con hijos y con mascotas, que les tienen un amor profundo a ambos pues conforman su unidad de familia”.

Respecto a las parejas que prefieren tener una mascota y no hijos, Kaly Báez, especialista de Terapia Boutique, considera que sucede porque “quieren tener libertad de estudiar, trabajar, viajar y tener hijos cuando la relación esté más madura”, y una mascota se lo permite. “No veo preocupante esperar para tener un bebé; lo preocupante sería comparar el cuidado de una mascota con el cuidado de un hijo, son dos cosas muy diferentes”.

Cómo tratarlos

Imponer hábitos “humanos” a los animales puede generar en ellos algunos males. El veterinario Abraham Frías, especialista en perros y gatos, indica que afecta su conducta e interacción con otros animales “ya que les estamos cortando esta sociabilización natural que pueden tener con ellos y los traumatizamos, los volvemos prisioneros de nuestros hábitos. Al final les hace mucho daño y puede volverlos agresivos o tímidos”. Lo correcto es tratarlos como seres vivos, respetándolos, cuidándolos, amándolos y dejándolos que sean especies... sin menospreciarlos.

Fotos: fuente externa.