En La Esperilla, una suite por todo lo alto

Con buen gusto y mejor vlbra, este apto. de 95 m2 se convirtió en el hotel particular de su dueño.

El comedor del apartamento de Felipe Rangel es capaz de imbricar armónicamente la modernidad de su mesa y sillas, con el clasicismo de su lámpara y vajilla (de orfebrería colombiana).

Lograr que en una superficie de menos de 100 metros cuadrados convergiesen: la hazaña de recibir cómodamente de 10 a 12 personas y su gusto por vivir tan confortablemente como la  

“No te lo puedes ni imaginar… Donde iba la nevera, ¡construí dos baños de visita!”, confiesa este creativo colombiano, que también aplicó un estuco brillante a todos los techos de su espacio a fin de crear un interesante efecto de amplitud y limpidez. Para el piso eligió, además, un porcelanato que, aunque admite que es ideal para exteriores, fue implementado en todos los rincones.

De su lado, con un sinnúmero de luces LED -empotradas en un plafón descolgado- circundó la sala y el comedor y generó diferentes efectos de iluminación, según los ambientes deseados.

 

Clasicismo y modernismo “Aunque dé risa, inicialmente pensé en desarrollar algo súper minimalista aquí… Pero con los artículos recibidos a manos de mi familia y los adquiridos en mis viajes al extranjero y en mis recorridos locales, ¡me fue imposible lograr ese estilo! (Risas)”.

No obstante a lo inesperado del ‘montaje’ de su hogar, el equilibrio de los materiales, colores y estilos primaron en todos y cada uno de los rincones del apartamento del arquitecto Rangel, sin necesidad de que él tuviera que renunciar a la modernidad o al clasicismo.

 @olgaagustin