Freddy Ginebra: papá, abuelo... y gestor cultural

En honor al Día de los Padres, recorremos varios tópicos de la mano de un papá y abuelo a quien le sobran la sabiduría y la alegría para dar


Hablar de Freddy Ginebra es lanzarse a un interminable listado de logros: comunicador, escritor, periodista, actor, gestor cultural y el corazón detrás de Casa de Teatro. Sin embargo, su trayectoria artística, aunque inmensa, no es la más impresionante en la fila de su legado. Un aspecto más trascendente es su intención de celebrar la vida mientras colecciona momentos rodeado de sus hijos y sus nietos.




La búsqueda

Conocemos al artista Freddy Ginebra Giudicelli, pero ¿dónde nacieron sus pasiones artísticas? ¿Cómo era el hogar del niño Freddy?
Nací en una familia con dos tíos artistas -uno pintor y el otro poeta-, pero creo que este es un gen que nació conmigo. Desde niño me sentía artista: hacía veladas, escribía cuentos y tenía una pequeña camarita de cine mudo con la que andaba por todos lados. En las azoteas utilizaba sábanas para hacer obras de teatro que yo mismo escribía. Con el tiempo, fui actor en un grupo del colegio y en clases de teatro. Luego estuve en la televisión mucho tiempo y todo se fue desencadenando. Hicimos teatro en Bellas Artes y, de repente, un día me vi con una Casa de Teatro.

Celebramos dos legados importantes suyos: el Día de los Padres y los 45 años de Casa de Teatro. ¡Felicidades por ambos! ¿Cuál es el mayor orgullo de ser papá y abuelo, y de fundar y sostener Casa de Teatro?
Ser padre es un regalo especial de la vida. Mis dos hijos son regalos maravillosos. Me han dado cuatro nietos, que son todavía más maravillosos y que son mi polo a tierra. Mi familia es mi “lugar maravilloso”, donde yo me siento seguro, tranquilo y amado. Me dan mucha fuerza para enfrentar cualquier molino de viento que se me presenta en el camino.


El descubrimiento

¿Les ha inculcado el amor por el arte a sus hijos, considerando que cada uno de ellos es diferente?
Así mismo es. Uno de ellos es artista, el otro no, y yo los respeto mucho. El primero se hizo músico y luego se sumó a la publicidad. Y el otro estudió publicidad y siguió ese camino. Yo no les impuse nada. Ellos decidieron por sí mismos seguirme, y qué bueno.

Cada uno de ustedes ha perseguido el arte a su manera. ¿Aprendieron el amor por el arte de su padre?
Freddy Arturo: Desde siempre, el espacio donde mi papá habita está lleno de libros, música clásica o jazz, y mucha pintura. Desde chiquitos, ese ha sido nuestro día a día. Despertábamos por las mañanas rodeados de pintura, teatro, ballet, música y libros, y súmale a eso las visitas de los artistas.
Una cosa que en esa época me daba mucho pique, pero que con el tiempo entendí, era despertarte por la mañana y encontrarte con un grupo de teatro desayunando en tu casa. Siempre había una sorpresa en algún momento del día. De ahí yo desarrollé una pasión temprana por la música, y eso fue lo que estudié. Aunque ahora me dedico a la publicidad y a hacer música para cine, de ahí surgió mi pasión por el arte, de estar constantemente rodeado.
José Arístides: A diferencia de mi hermano Freddy, yo no soy músico. Estudié publicidad, pero estoy mucho más enfocado en el tema de negocios; lo mío es mucho más práctico. Freddy sí sentía mucho más el arte, por un tema de sensibilidad hacia la profesión que él desarrolló. Por el contrario, yo veía el arte con miedo. Cuando era pequeño, venía a Casa de Teatro y veía a esta gente dando gritos de teatro, pintando, con formas de pensar completamente diferentes a lo tradicional. Desde niño me chocaba mucho ese mundo del arte. A medida que crecía, fui entendiendo lo que dice Freddy. Aunque a uno no le gustara, lo teníamos alrededor. Es como si tienes una madre cocinera desde niña, tú aprendes porque absorbes lo que está pasando. Así nos pasó a nosotros con el tema cultural. A todos los artistas, pintores, teatreros siempre los veíamos muy cerca.

¿Cuál es la mayor lección que han aprendido de su padre?
José Arístides
: Ver el lado positivo de la vida todo el tiempo. Gracias a Dios, eso lo sacamos los dos. Todo el tiempo miramos hacia adelante sin dejarnos caer; es algo que uno tiene dentro. A nosotros se nos cae un edificio encima y ya estamos pensando en cómo nos vamos a quitar las piedras.
Freddy Arturo: La palabra para mí es “resiliencia”. Nuestro papá ha dicho muchas veces: “Es un tiempo difícil, pero esto va a pasar, hay que concentrarse en lo positivo”. Más que escucharlo, cuando lo experimentas te das cuenta de que concentrarte en lo malo del momento solo empeorará la situación. Lo importante es enfocarse en lo práctico, en lo que puedes resolver, en las cosas buenas que puedes sacar, en lo positivo. El momento pasará de todas maneras.


La plenitud (y el regreso)

Cuéntenos sobre sus adorados nietos.
Ana Marina, a pesar de sus 19 años, es una mujer maravillosa, tremendamente responsable y brillante, que yo admiro de corazón. Me ha demostrado la disciplina y el compromiso con sus estudios. Es excepcional. Elena es la alegría cuando quiere. Ella tiene 17 y es la que más goza, la que más celebra. Se parece mucho al abuelo: trasnochadora, de grandes amigos y de celebración constante. Juan Pablo tiene 15 y es artista. Dibuja. Como todo artista, ha construido su propia burbuja y estoy seguro de que será una gran revelación, porque es uno de los mejores dibujantes que he conocido. Ya está haciendo sus propias historias. Y Catalina... ella es el fuego artificial de los nietos. Es la última. Habla todo el tiempo; es incontrolable y es especialísima. Es la ternura hecha persona.

¿Cómo ha cambiado su perspectiva de la vida luego de convertirse en abuelo?
El ser abuelo te descubre una ternura que ha estado siempre dentro de ti y te la pone más a flor de piel. Ser abuelo es como tocar un ángel. Es la cosa más linda que le puede pasar a alguien. Yo les decía a unos amigos míos que alquilaran nietos si no los tenían, porque eso les iba a cambiar su visión de la vida.

En su columna “Celebrando la vida”, otorga vistazos de su mirada de Dios, la vida y la muerte. ¿Cómo logra verlos con entusiasmo y paz, y no con temor y duda?
Para mí la vida es un regalo que se nos da. Es un misterio; aunque trates de explicarla, no la vas a entender nunca. Eso lo acepté hace tiempo. Yo vivía muy angustiado, haciéndome muchas preguntas, hasta que entendí que la vida es un misterio y hay que aceptarla como tal.

Mi conclusión es que, si venimos del misterio, volveremos al misterio. En el caso de los cristianos, ese misterio es Dios. Hay gente que cree que se acaba todo con esta vida. Yo lo veo como un regreso. Lo que uno pierde en el tránsito es ir buscando a Dios en quienes le rodean. Yo lo encuentro y lo escucho en la gente que me rodea y en los momentos que vivo. Son los pequeños milagros que tengo incorporados en mi cotidianidad.

Al narrar sus anécdotas, se enfoca en los detalles: en cómo se ondean sus matitas, en el “inquilino” que tiene en su jardín, en el color de su greca de café favorita... ¿Cuál es la importancia de ser un “coleccionista de momentos” y ver las pequeñas cosas?
Eso es lo que hace la felicidad. ¡Ahora mismo estoy maravillado con los flamboyanes de la ciudad! Voy, me detengo en la esquina... [me va a matar de repente un carro]. Ese derrame de color me tiene feliz. A veces salgo de mi casa abrumado por algún problema que no he resuelto, y desde que los veo me entra un entusiasmo grandísimo y comienzo a celebrar la vida.

Si uno aprende a descubrir los pequeños detalles, es más feliz. A veces estamos esperando grandes eventos y no, la vida está compuesta de pequeñas cositas que son el ingrediente para la felicidad. Yo lo descubrí hace tiempo: los momentos con amigos que quiero o en mi casa con mi familia, las ocurrencias de Catalina o de cualquiera de mis nietos... cuando atravieso un momento muy duro, esos recuerdos me ayudan a pasarlo. Yo soy un ser privilegiado, pero lo soy porque decidí ser privilegiado, no porque he recibido algo en especial.

Si pusiera un título a cada una de sus etapas familiares: como soltero, padre y abuelo, ¿cómo las titularía?
Bueno... (se ríe) no se me había ocurrido eso. Yo diría que la primera etapa es la búsqueda; la segunda etapa es el descubrimiento, la aceptación de la realidad en que vivo; y la tercera etapa -en la que estoy ahora- es la plenitud y el regreso.



—Por:
Laura Yépez
—Fotos: Jerameel Reyes
—Estilismo y dirección de arte: Joselo Franjul
—Asistencia de Estilismo: Monique Bodden
—Maquillaje y peinado: Mónica Alburquerque
—Locación: Casa Teatro
—Vestuario portada: Chacabanas de Cristian Lagares