¿Planeta o plástico? El dilema que tiene en vilo al mundo

Con la campaña “planeta o plástico”, National Geographic inició su llamado a reducir el uso de este material sintético. ¿Cómo ha reaccionado el ser humano ante el inminente peligro que representa?

Alrededor del 80% de la basura marina es plástico. (Shutterstock )

Microplástico fue elegida la palabra de 2018 por la Fundéu BBVA (Fundación del Español Urgente). No se trató de una selección al azar. Para esto toman en cuenta, además del interés lingüístico, “los términos que han estado presentes en mayor o menor medida en la actualidad”.

Afortunadamente, el tema de la contaminación por el uso del plástico, sus consecuencias y el llamado a reducir su uso, no paró de sonar durante el año que apenas acabamos de despedir. Puede parecer cruel, pero son de esas “malas noticias” que se vuelven necesarias difundir. ¿Por qué? El plástico amenaza con destruir la biodiversidad, la economía y la salud del planeta.

Así lo aseguran los diferentes movimientos, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que en su portal de noticias reportan que, para mediados del año pasado, unos mil millones de toneladas de plástico se encontraban esparcidos en todo el mundo y de las cuales, alrededor de 13 millones, son vertidas en los océanos cada año.

La población dominicana pudo comprobar que no se trata de cifras frías, cuando la costa sur del Distrito Nacional quedó inundada por una aterradora marea plástica, que emergió de las aguas del mar Caribe a raíz del paso de la tormenta Beryl en julio de 2018.

Las imágenes que parecían sacadas de una película de Alfred Hitchcock, se compartieron por todas partes: noticieros y periódicos internacionales, e infinidad de veces por las redes sociales.

La basura comprendida principalmente por residuos plásticos, se amontonó sin piedad a la orilla de la playa que bordea el Fuerte San Gil. La “Isla de Plástico”, parecía haber vencido las corrientes del giro que la mantienen atrapadas en el Océano Pacífico (donde estudios recientes afirman que alcanza un tamaño mayor que el de Francia), pero la realidad es que el problema de la contaminación ambiental por plástico trasciende y está presente en todos los océanos.

A seis días de terminarse el 2018, la aerolínea portuguesa Hi Fly ha sido la primera en la historia en volar sin llevar ningún utensilio plástico a bordo. El vuelo fue de Lisboa en Portugal con destino a Natal, Brasil. Su meta es lograr eliminar todo el plástico desechable en este 2019.

La compañía aérea irlandesa Ryanair, considerada “la mayor compañía aérea de Europa en número de pasajeros”, también ha prometido eliminar los plásticos no reciclables de sus vuelos para 2023.

Acciones

Acabar con el plástico no es una decisión ni una acción fácil. La ambientalista Ginny Heinsen propone un paso a la vez y que se empiece a trabajar desde las fuentes, ya que considera que no sería lo mismo si este país fuera más educado: “en nuestro país y en otros estados insulares no hay una gestión de residuo adecuada. Vemos nuestra parte de isla, con unos 350 botaderos, que alimentan todas esas cañadas que llegan a los ríos que van al mar, que no es un recurso ilimitado e inagotable”.

Heinsen insiste en que, más allá de limpiar las playas, hay que empoderar a las personas y motivar acciones concretas, como la creación de una Ley de residuos.

Su recomendación es empezar a reducir desde la fuente con acciones sencillas, como dejar de usar vasos desechables y sorbetes de plástico. Reconoce que: “no es que el sorbete va a salvarnos; si es apenas la punta del iceberg, pero es el primer paso. Hay que empezar con el despertar de los consumidores, que sean más responsable con su consumo. El sorbete es para que estén despiertos, abrir una ventana al consumidor para que sea más consciente, para que aprenda que no es esencial, que está demás. Si actuamos en automático, el plástico nos va a seguir arropando”.

Heinsen culmina su explicación con una frase muy común entre los ambientalistas y que es trae esperanza en esta lucha: “Tener la certeza que cada pequeña acción, puede cambiar el mundo”.

¿Y cuántas R’s son?

Por el momento, en el país conocemos la campaña de las 3R’s (reduce, reutiliza y recicla) de la que la misma Ginny Heinsen se ha hecho eco tantas veces, y que fuera popularizada por el movimiento ecologista global Greenpeace. Sin embargo, ya otros ambientalistas le han agregado unas cuantas “Rs” más: rechazar, reflexionar, reclamar y redistribuir.