Un giro en la carrera de Anny Abate

La diseñadora de moda, crítica y maestra se reinventa en una temporada marcada por realzar el potencial de otros creadores.

Anny Abate es diseñadora, maestra, crítica y ahora curadora de moda. (Eduardo Javier)

¿Cómo nació su pasión por el diseño de moda? Mi pasión por la moda nace desde muy pequeña, con mis muñecas, mi imaginación, las princesas, las barbies, el dibujo...

Pienso que mi potencial artístico se vio altamente influenciado por el desenvolvimiento profesional de mis padres. Mi madre era una modista apasionada, muy perfeccionista y entusiasta. Mi papá era fotógrafo, bastante desarrollado dentro de su época, con su propio laboratorio.

Desde muy pequeña experimenté los procesos de producción, desde el revelado de un negativo, hasta retocar las fotos. Mi madre pintaba las fotografías -que estaban en blanco y negro-, para darles color.

¿Hubo un momento en su infancia en el que pensó, “Yo quiero ser diseñadora”? Desde que tengo uso de razón, le hacía ropa a las muñecas. Yo tenía una máquina de coser desde chiquita. No recuerdo cuándo llegó, pero sé que siempre estuvo ahí.

Yo hacía ropa con los sacos de harina. Mi abuela me enseñó que, si los lavabas, se ponían blancos... y todavía no he conocido una mejor tela que esa. Ella los hervía y les quitaba la tinta. Como ella sabía que yo rompía todo lo que fuera tela (las cortinas, las sábanas, todo), y la convertía en ropa para las muñecas, ella compraba los sacos vacíos y yo hacía vestidos para mis amigas. Todo lo que pudiera coser, yo lo cosía.

Usted se ha desenvuelto en distintas áreas de la moda: es diseñadora, crítica, maestra y curadora. ¿Cómo ha enriquecido cada una de estas facetas su percepción de la moda como tal? Al final, todo eso es una fusión. En la crítica, parto de un argumento vivencial. Yo he vivido la moda, consumo la moda y convivo con muchos estudiantes. Yo puedo ser crítica porque tengo un expertise, porque he desarrollado esa materia en todo su potencial.

El crítico de moda tiene que conocer el proceso de producción. Tiene que haber un desenvolvimiento entre el hilo, la tela, la tijera y el papel. Porque el papel lo aguanta todo, pero cuando lo llevas a la realidad, ¿funciona en base a una necesidad? ¿Satisface una expectativa específica? Esa es la parte crítica.

¿Hacia dónde se dirige su carrera en esta etapa?En esta etapa de mi carrera, tengo mi taller vigente para todo aquel que necesite apoyo y salir adelante. A través de esa conexión se viabiliza una curaduría, que es el giro que le he estado dando a mi carrera, porque he visto mucha necesidad de orientación en diseñadores que tienen dos o tres años en el mercado y no saben cómo dar el giro. Muchas veces su trabajo está estancado y ellos no se dan cuenta. Ahí es donde entra mi trabajo.

Cada producto que me llega a la mano - tenga que ver con moda o no - es como un parto diferente. El proceso tiene mucho que ver con el trabajo con el ser, porque me importa mucho la parte emotiva de la persona. Más que establecer un conocimiento, quiero establecer una experiencia. Las experiencias se viven en el ser, no en la mente. Por eso, cuando estoy tratando un concepto contigo, debo llevarlo a tu vida, para que ese conocimiento quede sellado para siempre.

¿Cómo aporta la curaduría de moda a llevar un producto a su máximo potencial? Cuando se hace una curaduría, se tiene que partir por conocer a la persona que está haciendo el producto. Después se conoce su resultado, y luego cómo esas dos cosas funcionan entre sí. Se debe descubrir que hay una esencia legítima del creador en su producto.

Muchas veces tengo que crear en la persona una necesidad para que descubra su potencial, porque muchas veces está produciendo en base a información externa, no respondiendo a una esencia interna. El producto debe tener un sello de identidad.

¿Cómo puede identificar que el producto proviene de influencias externas y no de la identidad del artista? Cuando el producto está cojo o cuando ha creado una explosión, pero se mantiene en la misma posición: no evoluciona, no cambia, no trae algo nuevo, no da otro paso. En ese momento es necesario que suceda algo que haga crecer al producto.

Llevar a un producto a su máximo potencial tiene que ver con descubrir todas sus posibilidades. Cuando las descubres, haces un proceso creativo en función de él y llega a más personas, porque se está moviendo en distintas direcciones y satisfaciendo necesidades diferentes.

Muchos diseñadores quizá manejan la estética, pero no la historia. Pueden manejar el instrumento de confección y de producción, pero no manejan el concepto. Entonces, cuando tienes un producto que no está completamente encadenado, está cojo. Pero no todo el mundo tiene la visión para ver eso.

¿Cuál es el rol de la asesoría en este proceso? La asesoría es vital porque ya hay un camino establecido que antes no existía y frecuentemente entran muchas mentes nuevas que desconocen los procesos y las alianzas. El yo conocer el trabajo de casi todos los actuantes en el sector moda, me permite conectar una necesidad con otra.

A veces la persona tiene un muy buen producto, pero no está desarrollado en su máximo potencial. Muchas veces tienes un producto encapsulado y, cuando comienzas a desarrollarlo, te da la ventaja de cambiar la visión, de llevarlo a una mayor expresión, logrando una eficiencia o una estética más adecuada.

Cuando hago una asesoría, es un proceso de ver todas las caras y posibilidades de un producto. Cuando el artista crea y cree que terminó, ahí es donde yo comienzo, con el potencial detrás de la conclusión del artista.

¿Cómo se desarrolla este potencial? El producto comienza a despertar y ahí empiezan a surgir miles de posibilidades, para dar forma y amplitud a esa pequeña porción de la persona, en la cual yo encuentro una amplia gama de posibilidades. Muchas veces, la gente tiene la técnica, pero no sabe cómo o en qué aplicarla.

El consumidor se cansa del diseñador establecido, por lo que este debe estar dando algo nuevo permanentemente. Por eso la moda es cíclica y hay que mantenerse en esa velocidad para permanecer en el mercado.

Debe ser un reto cambiar continuamente, mientras se mantiene una identidad. Claro. Ya lo básico está hecho: un vestido, una falda, un pantalón y una camisa. ¿Cómo traigo algo nuevo a eso que ya está establecido? Con técnica, tecnología, color, con formas... Por eso ves tanto atrevimiento en la moda ahora, porque queremos impresionar. La gente se viste para atraer, para seducir, para que los demás miren.

En este tiempo, el ser visto, agradar y provocar una reacción es esencial. Eso es Instagram, no es más que provocar una reacción visual inmediata: like.

Por eso la moda es tan importante en este tiempo; antes no era tan protagónica. Lo importante ahora es: “¿Cuál experiencia te voy a ofrecer en este tiempo? ¿Qué me diferencia de los demás ofertantes?” Esto es parte de mi trabajo cuando intento que el artista proyecte lo que realmente tiene dentro.

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Dirección de arte: Katia Ríos

Estilismo: Paola Santana

Fotografía: Eduardo Javier

Asistente de fotografía: Gabriel Vicente