Una nueva cultura de diseño

Hoy día hay un nuevo tipo de usuario dispuestos a refutar las sugerencias de los diseñadores.

El desarrollo de un nuevo sofá o asiento toma de uno a dos años. La compleja industria del mueble y sus muchos factores técnicos tratan, sin embargo, de adaptarse al ritmo de la industria de la moda con cambios muy frecuentes.

Gregorio es técnico en informática Hasta la fecha en que redacto este artículo hemos tenido numerosos intercambios, les he planteado varias alternativas e incluso considerado algunas propuestas interesantes de los bocetos a escala que me entregaron. Estoy disfrutando de esta experiencia al máximo, pues desde aquel primer encuentro supe que este sería el tema para la presente columna.

Un efecto dominó

Consumir no solo consiste en la compra o en el mero proceso económico, sino en la utilización de un producto. Es un proceso cultural de auto-referencia que requiere de una identificación, aunque solo consista en una simple operación mental. En el mundo secular, los estilos de consumo y sus valores son vistos como un modo de definir a las personas, algo que antes ocurría a través del trabajo.

Como si se tratase de un efecto dominó, cada momento precedente ha actuado sobre el ulterior para impulsar el próximo estadio de las prácticas consumistas. Muchos reconocen al diseño como un agente laxante de la producción, cuando cada nueva creación intenta desestabilizar las prácticas ya establecidas con la creación anterior y desencadena una sucesiva serie de “perfeccionamientos” que suelen fluctuar entre dos extremos: la total alienación del consumo y el tedio de la irrelevancia.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) prevé que para el 2050 la población urbana llegará al 70%. Por un lado crece el interés por el espacio público y las actividades de convivencia; por el otro, los espacios interiores son los nuevos escenarios del desarrollo social, mientras nuestras inhóspitas ciudades acentúan esa realidad.

Aunque resulte extraño, se espera que cada vez más la apariencia visible de los productos (los interiores también lo son) sea menos relevante frente a los beneficios que ofrezca su uso. Lo que se valora por encima de todo es el disfrute de la experiencia que los diseños prometen. En todas las áreas del diseño será como extrapolar las plataformas de los equipos electrónicos a todas las esferas cotidianas, haciendo de ellas experiencias manejables.

La misión del diseño no es salvar el mundo. Motivar el trabajo de los diseñadores, creyendo esa ficción, es un acto descabellado.