Y tú, ¿por qué lees?

Las páginas de un libro pueden cambiar la vida de generaciones enteras. Para ellos no hay barreras. Por eso compartimos la historia de amantes de la lectura, cómo se iniciaron, por qué no se cansan y todavía leen.

Deberíamos aprender de los libros: no tienen prejuicios, se dejan hojear sin averiguar raza, creencia, estatus social, sexo, ideología... Abrigan la mayor de las sabidurías y no se sienten superiores. No discriminan a quienes prefieren no leerlos. Son tan variopintos como los gustos y viajan por todas partes sin necesidad de pasaporte porque para ellos no hay barreras. Y es que sus páginas pueden cambiar las vidas de generaciones enteras.

Locación y agradecimiento: Librería Cuesta

Angela Hooper

Psicóloga clínica

Libro: La vida privada de Mona Lisa de Pierre La Mure

“Siendo aún una niña, durante unas vacaciones de verano en mi casa, vi un libro que llamó mucho mi atención. Me gustaba la portada, que era un rompecabezas, y como estaba muy aburrida me puse a leerlo. Su nombre es “La vida privada de Mona Lisa”, una novela histórica. A partir del momento en que tomé ese libro, se puede decir que casi por accidente, me atrapó la lectura y descubrí que hay muchas cosas chulas que se esconden en ellos que no te estás esperando. Por ese libro me di cuenta de que había en mí una pasión por la historia del arte, los viajes... Sigo leyendo por el ejemplo que vi en mi casa. Mi padre es un lector muy de hábito y, a partir de ahí, asumí leer todas las noches, en parte para desconectarme del resto del día. Pero me gusta porque aprendo de todo y te transportas, siempre que te enganche”.

Valérie m. Martínez Dacostta

Traductora de textos en español, inglés y francés

Libro: The Giving Tree (“El árbol generoso”) de Shel Silverstein

Me inicié en la lectura a muy temprana edad. Ya a los 4 años tenía mi propio carnet de biblioteca. En ese momento, vivíamos en California y la accesibilidad de libros para niños era (y sigue siendo) bien amplia. Mi mamá me llevaba a la biblioteca y me dejaba prácticamente sola en el área de niños porque sabía que podía quedarse cerca pero que no me movería por estar tan “metida en la lectura”. Tanto ella como mi abuelo paterno han sido las principales figuras que me incitaron a leer. Y desde entonces, “como libros”.

Todavía leo porque literalmente es como oxígeno para mí. El hecho de leer lo considero un privilegio y un deber. He aprendido y crecido tanto intelectual y emocionalmente a través de la lectura, que ni sé quién hubiese sido de no amarla tanto. Mi pasión es tal que, de niña, hasta las literaturas de medicina o los envases de productos he agarrado cuando no tenía otro tipo de texto cerca. Poseo más de 300 libros físicos y cerca de mil digitales. He leído el 97% más de una vez, y en cada ocasión, aprendo algo nuevo. Fui profesora de 6to grado durante cinco años y todos mis chic@s salen “come-libros” también. ¡Es hermoso y sumamente gratificante!”.

Un libro que te marcó la vida

“The Giving Tree” (”El árbol generoso”) de Shel Silverstein. Lo leí de pequeña y le debo el desarrollo de empatía en mí al relato que narra el autor. Como todos los libros, cada vez que vuelvo a leer uno, le encuentro otra vertiente al/los mensaje/s. Ya mayor, también aprendí que uno puede entregarse, pero siempre guardando su propia esencia. No perderse en los demás. ¡Libro muy recomendado y valioso!

También tengo una conexión profundamente arraigada con Bosch, Cortázar, Quiroga y Poe. Sus relatos me impulsaron a escribir cuentos cortos. No los he publicado, pero causa gran placer darme cuenta del alcance interminable de mi amor por la lectura.