"¿Dónde está mi Chanel?", así es como se gestiona el orden

La pandemia de coronavirus no ha calmado la sed de los pudientes compradores chinos

Los chinos adinerados recurren a expertos del orden para organizar sus roperos. (Freepik)

Encontrar, en el fondo de un armario, una chaqueta Burberry que ni siquiera recordaba haber comprado, convenció a Chen Rui de que había acertado contratando a expertos en organización, que ayudan a los chinos adinerados a poner orden en sus roperos.

"¿Dónde han encontrado esto?", pregunta Chen, de 32 años, a los cuatro profesionales contratados para adentrarse en sus armarios rebosantes de prendas de grandes marcas.

Nunca se repetirá lo bastante hasta qué punto es complicada la vida para los millones de nuevos ricos surgidos en las últimas décadas en el país comunista más grande del planeta.

Una tercera parte del gasto en lujo en el mundo viene ahora de los consumidores chinos, según un informe de la consultora McKinsey en 2019.

Incluso la pandemia de coronavirus no ha calmado la sed de estos pudientes compradores. A falta de poder desvalijar las tiendas en París o Milán, se han lanzado en masa a las compras por internet.

El 11 de noviembre, día de la "fiesta de los solteros", con tentadores descuentos online, puede ser una nueva ocasión de probar esta pasión desenfrenada por productos que permiten exhibir su estatus social. Normalmente, este día se produce la mayor operación mundial de comercio electrónico.

Con la epidemia, el volumen de negocio se multiplicó por cinco, afirma Bian: consecuencia del aumento de las compras online y del deseo de los consumidores de ordenar su lugar de confinamiento.

Sus equipos no buscan convencer a sus clientes de separarse de viejas prendas ni de consumir menos. Su objetivo es "aprender a conservar mejor" sus pertenencias instalando muebles de almacenamiento más funcionales, o recurriendo a simples trucos como perchas muy finas.

Chen, que no tienen ningún deseo de gastar menos, no protesta ante los cerca de 2.000 euros (2.300 dólares) que le facturan sus organizadores por un día de trabajo.

Algunos acumuladores compulsivos deben llamar a los especialistas una vez al mes, según Bian.

Pero estos no intentan intervenir en la psicología de sus clientes. "Nosotros arreglamos espacios, no el cerebro de la gente", asegura.

por Qian Ye y Patrick Baert

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