Indígenas canadienses esperan que el papa se disculpe por abusos en las escuelas

Los alumnos eran apartados de sus familias, su lengua y su cultura, además muchos sufrieron abusos físicos y sexuales por parte de los profesores y directores

Unos 150.000 indígenas fueron ingresados a la fuerza en 139 internados de todo el país. (Fuente externa)

Durante décadas, el trauma perduró en la comunidad indígena canadiense de Maskwacis. Pero algunos esperan cerrarlo durante la visita del papa Francisco para pedir perdón por el papel de la iglesia Católica durante un siglo de abusos.

El pontífice, que llega el próximo domingo a Canadá, se detendrá el lunes en esta comunidad de 19.000 habitantes, situada unos 100 kilómetros al norte de Edmonton (Alberta), para visitar uno de los internados estatales gestionados por la iglesia en los que los niños indígenas eran ingresados por la fuerza.

Muchos de esos niños que sobrevivieron a los abusos aún viven en localidades como Maskwacis donde residen indígenas de cuatro naciones diferentes.

"Algunos escucharán cosas que les ayudarán a avanzar en la vida", dijo Randy Ermineskin, jefe de la comunidad crie de Maskwacis,

Desde fines del siglo XIX hasta la década de 1990, unos 150.000 inuit, mestizos o integrantes de los pueblos originarios (dene, mohawk, ojibway, crie, algonquin, etc.) fueron ingresados a la fuerza en 139 internados de todo el país. Aislados de sus familias, su lengua y su cultura, a menudo sufrieron abusos de todo tipo.

"Una necesidad para Canadá"

El alcoholismo y las elevadas tasas de suicidio castigan a esas comunidades aborígenes traumatizadas por los internados y la política de asimilación, que ha sido reconocida como "genocidio cultural" por el Estado canadiense.

"Espero y rezo por la llegada del papa, porque todos lo necesitan. No sólo nosotros, sino todo Canadá", dijo Gilda Soosay, una católica de 50 años que trabaja para jóvenes en un centro contra las adicciones de la zona.

Jefa de la parroquia y con un rosario al cuello, Soosay dice que esta visita es un "milagro" que "ayudará a sanar a la gente".

En un parque, Seanna Fryingpan, de 22 años, está "excitada" por esta visita "que no ocurre más que una vez en la vida".

Sin embargo para esta joven madre, el "reconocimiento" de la responsabilidad de la Iglesia, "no cambiará lo que pasó".

Brian Lee, de 68 años, va más lejos. Dice que en este sistema aprendió "a odiar a su propio pueblo" y que le decían que su "lengua era la del diablo". Le gustaría que Francisco apoyara el aprendizaje de lenguas que están desapareciendo poco a poco.

"Creo que si todos, desde los niños hasta los ancianos, volvieran a hablar nuestra lengua, nuestra comunidad estaría mejor" reflexiona.

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