A.M. - Los insultos

No estemos tan seguros de que el hecho de que los candidatos dejen de insultarse -como piden tantas voces- es conveniente para la campaña política. El uso de insultos, el tono en que se dicen, el escenario, la cualidad de los términos... dicen mucho del individuo que los profiere. Y eso, siempre nos dará pistas sobre la verdadera naturaleza de los que aspiran a gobernarnos. Hay improperios divertidos, otros son originales, están los clásicos y los mezquinos, esos que arrastran una zurrapa perversilla, los groseros, y por supuesto los inadmisibles.

Pero todos reflejan mejor a quien los dice que a quien pretenden denigrar. ¿Ejemplos? No hay más que leer los insultos que lanza Chávez a Uribe para entender que al venezolano le empiezan a patinar las neuronas y su talla de político continental bolivariano se reduce a la de un rabioso sargento cuartelero. (Esto dicho sin ánimo de insultar, ni a él ni a los sargentos cuarteleros)

En el patio local... ¿se han insultado realmente? Se han disfrazado de peloteros, actuado como médicos, caricaturizado como cotorras... Por ahora el calificativo que más directamente y con más intención de ofender se han lanzado Vargas y Fernández es... "rico". Pero tener una fortuna no es ningún insulto. Obtenerla por métodos ilícitos es delito, no un insulto. Acusarse de haberla obtenido así y no entablar ninguna acusación formal para demostrarlo es simplemente irresponsable e hipócrita. (Y esto, también dicho sin ánimo de ofender).

Que se saquen los trapos al sol, que nos informen de todo lo que saben el uno del otro. Que nos demuestren quién tiene madera de estadista o simplemente es un insultador. ¿Que no tienen más argumentos que las descalificaciones huecas? Pues entonces sabremos que eso es lo que hay...

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