Agua

El análisis de la situación del agua en nuestro país debe llevarnos a la reflexión. Los problemas recurrentes en el suministro son un freno al desarrollo, pero no evitan que, a la vez, persista una cultura del despilfarro del agua.

No tenemos agua, pero la desperdiciamos. Tuberías rotas, derrames, llaves que gotean por años, mangueras abiertas por horas, lavado de carros y riego sin mesura... Además, las necesidades del modelo de turismo elegido, que precisa de cantidades ingentes de agua para piscinas y campos de golf.

Pero el agua es un bien escaso. Se habla ya de que en un futuro no tan lejano habrá guerras por el agua y está claro que sin ella no hay desarrollo ni futuro posibles. Pero no sólo la desperdiciamos; la contaminamos. El sistema de drenaje y alcantarillado inexistente, las aguas industriales y residuales se vierten sin tratamiento y las reservas subterráneas ya están prácticamente a niveles de desaparecer.

¿Pesimismo? No, realismo. Como país, nos resistimos a enfrentar el problema en toda su magnitud.