AM.-Antes del Meridiano

No hay que ser tan pesimistas. Frente a las sospechas de que se tratará de "resolver" el caso de Figueroa Agosto entreteniendo a la opinión pública con historias frívolas de amor y mujeres o con listados de apellidos sonoros, la realidad es que a nadie le interesa más que al propio Gobierno sacudirse las sospechas y los incómodos rumores sobre altos rangos militares y funcionarios que tendrían vela en este entierro. Nada le convendría más que una sutil (o no tanto) profilaxis.

Estamos en elecciones y los últimos meses no han sido especialmente favorables al buen nombre de unos cuantos funcionarios. Los escándalos de corrupción de 2009 son como para tumbar a más de un alto cargo y la promulgación de una nueva Constitución, francamente, no ha tenido ninguna repercusión popular. Si la tuvo en los debates... fue negativa.

Ahora, antes de entrar en "campaña full" los ojos siguen puestos en Haití. Hay quien cree que su desastre va a empujar un crecimiento económico en estas latitudes, otros creen que los precios locales (especialmente en la construcción) se dispararán, que la mano de obra haitiana encontrará ocupación en su país, o que hay que estar preparados para una avalancha de inmigrantes. Diferentes visiones para esclarecer una incógnita.

¿Alguna lección aprendida? Sí: hay que fortalecer, a costa de quien sea, la institucionalidad. Hay que lograr que los gobernantes (los actuales, los futuros) lo entiendan. No es fácil: unos no saben, otros no pueden y otros más... no quieren.

IAizpun@diariolibre.com