Malas palabras
Los periodistas serios solo se insultan o baten en duelo en privado
La Comisión de Espectáculos no sabe cómo contener la tendencia al lenguaje soez en programas de plataformas digitales. Se enfrenta a un complicado combate y es muy probable que salga derrotada porque en tierra de nadie las reglas son otras. Además, nadie quiere censura y al final, es un problema de la educación del que habla y de quien elige escuchar.
Pero hay otra variable que debería preocupar más, aunque en otras instancias. Es el apoyo económico -enorme, decidido- que algunos de estos comunicadores (y comunicadoras, énfasis en esto) reciben del gobierno, de instituciones municipales, de empresas privadas. Por encima de la mesa o por debajo. Para que hablen o para que callen. Por miedo a que digan algo, cierto o falso, que no les convenga o porque se sienten cómodos en el ecosistema que se ha formado. Porque les “proponen sus servicios de comunicación” (del verbo extorsionar) o porque es una salida fácil.
Está de moda decir malas palabras, pensar poco y gritar mucho, insultar siempre, caerse de vez en cuando a golpes, siempre delante de una cámara, vaya coincidencia. Está de moda porque se pagan bien estas influencias.
(Los periodistas serios solo se insultan o baten en duelo en privado).
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