Auge del libro

E l recordado poeta Héctor Incháustegui Cabral afirmaba que en este país “ni la censura lee”, en referencia a la escasa dedicación del criollo al cultivo de las letras.

Se podría decir que el Trópico no se presta para actividades espirituales. El calor, la humedad, invitan más bien a la vida al aire libre, a la siesta reparadora y no a las profundas cavilaciones que producen ideas e inventos geniales.

Sin embargo, la presencia de tantos literatos y de científicos dedicados que han producido beneficiosos descubrimientos que agradece la Humanidad, da un mentís, aunque sea para marcar la regla, a esas afirmaciones que erigen en atavismo geográfico lo que es obra de otras variables de carácter histórico.

El crecimiento de la clase media profesional ha dado lugar a una creciente ebullición del libro en nuestro país. Se puede afirmar sin temor a error, que nunca se había publicado tanto como ahora, y no sólo poesía o prosa, sino sobre todo ensayos de gran calado y obras en las diferentes ramas de las ciencias puras, aplicadas y sociales.

Las ediciones siguen siendo pequeñas, es verdad, pero ya existe un público que busca el libro dominicano a sabiendas de que se trata de un esfuerzo que vale la pena apoyar.

Desgraciadamente, este auge ha coincidido con el desarrollo de tecnologías que afectan la circulación del libro impreso y todavía no hemos desarrollado las herramientas de mercadeo para impulsar al libro en estos formatos, pero es cuestión de tiempo.

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