Tiene razón el Procurador al instruir al Ministerio Público para que actúe con mayor firmeza en contra de los conductores que ocasionan accidentes de tráfico. Son éstos un problema de salud pública, una epidemia que causa más muertos y discapacitados que cualquier enfermedad. Más que una epidemia... son ya una plaga. Y el costo económico, no solo el humano, es enorme.

Jean Alain Rodríguez deberá ser muy firme en este tema y recibir todo el respaldo posible, tanto de la sociedad como de las demás instituciones involucradas en el proceso, porque tiene que corregir décadas de indolencia de las autoridades. Y de irresponsabilidad de los mismos ciudadanos que no ven en el incumplimiento de las leyes de tránsito un delito. Basta ver cómo los motoristas se saltan el semáforo en rojo rodeando a un Amet. O la falta de firmeza (y constancia, sobre todo de constancia...) para controlar a los incivilizados que se saltan el tapón por la expedita vía de invadir el carril contrario.

Cambiar la cultura del tránsito y del manejo no es un plan a corto plazo. Pero se equivocan quienes confían sólo en las campañas de educación. En todo el mundo las multas son la barrera de contención de las infracciones que a todos nos apetecería cometer de vez en cuando. Solo que aquí no se pagan. O si se pagan no duelen porque el castigo económico es mínimo.

El Procurador está pensando en los accidentes que cuestan vidas o causan daños graves. En este terreno su gestión podrá marcar una diferencia importante porque el problema no se había combatido con decisión. Igual de urgente es modificar una forma de manejar que ya hace casi inviable el tránsito.

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