¿De quién es la ciudad?
La discusión no debe centrarse en si los entrenadores personales del Parque Mirador Sur deben pagar al Ayuntamiento una cuota por tener en ese espacio público su “gimnasio”.
La pregunta es ¿deben estar ahí? Porque el uso con fines comerciales privados de los espacios públicos es constante en toda la ciudad y tiene ramificaciones urbanísticas, económicas y sociales que no se pueden ignorar.
La ciudad es para todos. La acera de un barrio que un taller de reparación de vehículos utiliza es una acera robada a todos los peatones. Lo mismo que la de un restaurante de Piantini que la ofrece como parqueo. El gazebo de un parque en el que se instalan familias con problemas es un espacio público (robado a todos los demás) en el que pasan penurias personas que necesitan ayuda del Estado.
Los buhoneros que arrabalizan El Conde con ruido y con artículos de tienda de recuerdos disfrazados de artesanía local y esperpentos “artísticos” se apropian del espacio de todos. Los vendedores que incrustados en las aceras de la Duarte, de la Mella, bajo elevados, en la Luperón... ocupan espacios públicos, los arrabalizan e incumplen todas las medidas sanitarias, fiscales y de comportamiento ciudadano que se exigen a los demás.
¿De quién es la ciudad? De todos. Los parques también son de todos, no de academias de béisbol o entrenadores personales que se instalan en sus espacios.
¿Cómo se compagina la crisis económica y la necesidad de ganarse la vida con el respeto a la ciudad? Para eso existen las instituciones pero el populismo acaba con cualquier intento racional de ordenar la vida en común.
La ciudad es otra de sus víctimas.
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