La saga/fuga continúa... Si tiramos de hemeroteca y empezamos a revisar la historia de Quirino, el asesinato por el que se condenó a 30 años a su sobrino Quirinito, la muerte de éste en falso y su desaparición... encontramos todos los ingredientes para una serie de ficción.

Pero es la realidad; nadie podría inventar algo tan ridículo y peligroso.

En la historia se mezcla el sicariato, la política, el narcotráfico, el poder judicial, el sistema penitenciario, falsos certificados médicos y de defunción, familiares que mienten o callan, médicos engañados... Y la “prueba de un babero con olor nauseabundo” aparece como el detalle que convierte todo en un despropósito.

Volvemos a tener a los mejores hombres de la Procuraduría investigando un caso que tendrá un enorme impacto popular. Mientras, Odebrecht y compartes se beneficiarán de la incredulidad general que casos como este provocan. La capacidad y la competencia de los estamentos en los que descansa la seguridad, la institucionalidad y la justicia quedan una y otra vez en entredicho.

Sin dejar de reconocer la imaginación y la paciencia de los que planearon esta farsa, la fragilidad del sistema penitenciario y judicial se desnuda. Quirinito vivo, muerto, enterrado o escondido pasa a ser el tíguere que se burló de todos. Hay quien lo coloca en una de las avionetas que se perdieron rumbo a Venezuela y quien piensa inmediatamente en su tío y en el poder que mostró a su regreso al país. Es lo de menos, el daño está hecho, lo encuentren o no.

Hay una realidad que ni siquiera imaginamos, en la que por encima de todos nosotros, un grupo decide cómo se vive aquí.

IAizpun@diariolibre.com