El grado de gobierno

“La más importante distinción política entre los países no se refiere a su forma de gobierno sino a su grado de gobierno”.

Cuando Samuel P. Huntington hizo esta afirmación en 1968, el énfasis en las ciencias políticas era entre comunismo y democracia, monarquías y repúblicas, pero hoy, Francis Fukuyama nos lo ha recordado con palabras más actuales: “las diferencias ideológicas entre democracias y no democracias son menos importantes que las diferencias entre un Estado patrimonialista –y corrupto– y un Estado que no es patrimonialista –es decir, que no es corrupto–. ¿Cuál es el principal problema con Vladimir Putin? No es la falta de democracia en Rusia, porque hay consenso en que, si hubiera elecciones plenamente democráticas en ese país, sería reelegido. El problema de Putin es que está dirigiendo una cleptocracia, en la que él y sus amigos ven el Estado ruso como la fuente de su riqueza personal... La cuestión (es) cómo lograr un gobierno que actúa por el interés público, el interés de la población, y no por el interés privado de las elites que rigen el Estado”.

Para el logro de un estado democrático, siguiendo a Fukuyama, se requiere una administración eficaz, un estado de derecho y el control del Estado por los ciudadanos.

A nosotros nos faltan los tres, porque la Administración no ha logrado resolver uno solo de los problemas estructurales que nos afectan, por el precario estado de derecho y por la pasividad de la ciudadanía. ¿Por dónde comenzamos a cambiar las cosas?

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