El “hipopartidismo” dominicano (2)

Nacer pequeño no es una tara. De hecho, casi todos los partidos, al nacer, son pequeños y débiles, pero el vigor de las convicciones partidarias o un liderazgo fuerte pueden catapultarlo a posiciones de valor dentro del sistema político de un país determinado.

El mejor caso en nuestro país, es el del Partido de la Liberación Dominicana, desprendimiento del Partido Revolucionario Dominicano, pero sin llevarse un grupo importante de militantes de esa organización.

La idea de Juan Bosch de crear un partido ideológicamente distinto al PRD, basado en una férrea disciplina y en un sistema de educación y adoctrinamiento político, con metas a largo plazo, le permitió a ese partido pasar su primera prueba electoral a pesar de sus risibles números, para en menos de siete años convertirse en una opción de poder.

El caso contrario es la enorme cantidad de partidos de bolsillo (literalmente) que se fundan al separarse de una organización mayor pero que carecen de una identidad ideológica, de una escuela y de un liderazgo entregado a la conquista del poder para servir al país, y no solo para el bienestar de la cúpula dirigencial, que es el caso más común.

Los partidos que tienen estas características están condenados a buscar alianzas a cualquier precio para intentar colocar a algunos dirigentes en posiciones electivas, o tras el triunfo del que encarne la alianza, recibir una posición administrativa en el Estado para colocar a sus cuadros. Son en verdad, agencias de empleo político.

La pregunta es si el Estado debe seguir sosteniendo económicamente a estos partidos... Continuará.