Enseñanzas de la pandemia
La crisis provocada por el COVID-19 constituyó un reto para el Gobierno y para la ciudadanía, así como un sin fin de oportunidades para que nuestra sociedad pueda distinguir entre sus valores perdurables y la paja del presente.
Una primera enseñanza es que este es un país inmensamente rico, que ha hecho notables avances en muchos órdenes que muchas veces nos negamos a admitir y, al mismo tiempo, hemos aprendido todo lo que se habría podido hacer con esa riqueza si no se hubiese malgastado en el juego político pequeño, un juego que ha convertido en pordiosera y parásita a una gran parte de nuestra población.
Hemos aprendido que la solidaridad no es solo pasar un plato de comida al vecino, sino protegerlo y convivir con él más allá de sus necesidades materiales. Que ser limpio no es solo un valor personal sino social, pues con él ayudas a que la comunidad no se enferme.
Junto a la solidaridad, hemos aprendido cuánto se puede ganar con el respeto a la ley y a las disposiciones sanas de las autoridades. Guardar los protocolos de salud, el distanciamiento social y otras disposiciones, si bien queda un largo trecho para que sean asimiladas en toda su extensión, no hay dudas de que cuando se presente una nueva oportunidad de utilizarlas, se verá que fue lección conocida.
Nuestra mayor desgracia consistió en que esta pandemia ha coincidido con el período electoral, pues todo se contamina con la bacteria política, lo que nos impidió actuar a una contra la invasión viral para tomar algunas decisiones fundamentales.
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