Entre la espada y la pared
Se dice que la política está en crisis, lo cual se refleja en una profunda crisis de credibilidad en la democracia representativa.
El sistema representativo se sostenía en la honorabilidad y honestidad de los representantes. Perdidas esas cualidades por los cambios de costumbres y la deficiente socialización ciudadana, la representación devino en un juego de intereses corporativos y personales que afectaron el producto del Estado.
No debe ser fruto del azar la cantidad de movimientos que han surgido en los últimos años que buscan una participación directa del pueblo en la política como los “Indignados”, los “Occupy...” y ahora los “chalecos amarillos” en Francia. Y nosotros no nos hemos quedado atrás con la “Marcha Verde”, entre otros.
Sin embargo, Simón Bolívar advertía: “En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del norte, los sistemas enteramente populares, ... temo mucho que vengan a ser nuestra ruina...” Y que “las instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales”.
Al mismo tiempo, advertía sobre el otro peligro tan común a nuestros países: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder”.
¿Cómo vacunarnos contra esa doble enfermedad?
Continuaremos...
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