La corrupción y la impunidad

El coste económico de no llegar hasta el fondo en la cuestión de los sobornos de Odebrecht trasciende con mucho el pago de lo robado. Si República Dominicana no llegara a castigar a los sobornados/sobornadores... ¿será el único país de la región que no lo haga? ¿Cuál es el mensaje?

¿Cuál será el comportamiento del capital internacional que busca nuevos mercados o espacios para invertir? ¿Cuál será la reacción de las empresas que no sobornan, las que buscan espacios con seguridad jurídica?, ¿cuál la actitud de las empresas que ya están instaladas aquí?

¿Quién tiene que devolver los 92 millones de dólares y el sobreprecio de las obras? ¿Los que los dieron o los que los recibieron? Odebrecht ya está llegando a acuerdos en otros países para devolver el dinero robado. Si el caso avanza aquí como es de desear (y exigir)... ¿se lo pediremos a Odebrecht o a los que lo recibieron?

El caso de los sobornos de Odebrecht no va a salir de la prensa por mucho tiempo. Si se tira del hilo con valentía y honradez, arrastrará muchos otros. La oportunidad de desmontar el aparato de complicidades, de nepotismo y prevaricación estructural en nuestro sistema político y de gobierno es ésta. El PLD -Leonel Fernández concretamente- fue el que puso números a la corrupción en República Dominicana: 30,000 millones de pesos al año, decía en aquellos lejanos años 90 y antes de ser presidente por primera vez. A partir de esa fecha, cada déficit y cada anuncio de préstamo internacional y cada subida de impuestos es una bofetada al contribuyente.

La corrupción es un problema. La corrupción con impunidad es una tragedia.

IAizpun@diariolibre.com