Los 100 días

Es un número redondo que tampoco tiene mayor trascendencia. Marca el “final de la tregua”, dicen algunos. Otros, menos guerreros, le llaman el “plazo de cortesía” perceptible que es de buena educación respetar antes de arremeter contra el equipo que ha llegado a donde ellos querían llegar.

Asumamos que sí, que hay que hacer un balance. Y por ahora, por muy crítico que se quiera ser, la valoración es buena. Luis Abinader ha sido un presidente incansable al que le ha tocado la tormenta perfecta: salud, educación y economía en crisis mundial. Si ya venían la salud y la educación dominicanas con serios problemas, el tema del COVID-19 ha sido la puntilla. Y si la emergencia es la pandemia, reconozcamos que los indicadores son bastante mejores que en otros países.

Más dudas despierta el equipo que le acompaña. Demasiados rumores sobre desavenencias entre ellos, algunos evidentes intereses de grupo o nombramientos difíciles de entender.

Cien días no permiten ver los cuatro años que tiene por delante un presidente al que hasta sus opositores reconocen la determinación de hacer las cosas bien, ideas claras sobre las prioridades y capacidad de diálogo para aglutinar en torno a proyectos de necesidad nacional a los grupos involucrados.

Ese talante y la decisión de comunicar y escuchar son indispensables para un año próximo decisivo. Algo más: Abinader contagia optimismo, algo que hace falta en tiempos tan difíciles como el actual. Lo más difícil por el momento es poner una fecha, saber que pronto se verá la luz al final del túnel.

(Aquí y en el resto del mundo).