Los afectados éramos nosotros

No descubre nada el informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos. No sería lógico echarse las manos a la cabeza o protestar por la injerencia.

La independencia del Poder Judicial, su sumisión al Poder Ejecutivo es un debate nacional y, muy probablemente, una de las razones de más peso para votar un cambio político. Un cambio, por otra parte, que de darse, tampoco garantizará que un mal tan arraigado y tan interiorizado sea corregido en breve tiempo.

El poder del Ejecutivo en este sistema presidencialista es tan avasallador que la separación de poderes es una quimera. Ni el Legislativo ejerce el control que debiera ni el Judicial tiene la venda bien puesta.

¿Qué sociedad ha generado esta situación? Una en la que el ciudadano ha terminado por sentirse asfixiado y ve la política como el enemigo que todo lo corrompe... o el camino más rápido y seguro para el crecimiento profesional y económico.

Que el Ejecutivo no respete la independencia del Poder Judicial significa que la clase política, a muchos niveles, organiza y dispone la vida en común sin árbitro. Ahí caen las sobrevaluaciones de la corrupción más básica, a las disposiciones sobre temas de medio ambiente, de importaciones alimentarias, de subdesarrollo de la autonomía municipal, de casos de narcotráfico, de seguridad nacional... La lista abarca todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida.

Se oían voces pidiendo seguridad jurídica para las inversiones extranjeras y muchos las ignoraban. (Que estafen a una multinacional no duele.) Pero los realmente afectados siempre han sido los ciudadanos de a pie.

Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Actualmente es la directora de Diario Libre. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.