La Humanidad se divide entre los que creen que los Amet entorpecen el tráfico y los que saben que sin ellos no podrían ni llegar al trabajo. Entre los que van a la Feria del Libro por lo de Feria y los que van por lo de Libro. Unos españoles creen que Podemos es una opción política “refrescante”, y el resto ni siquiera entiende que alguien les vote. Aquí, unos votan por el PLD convencidos, y otros lo hacen vencidos.

Muy lejos queda la división cerrada entre bebedores de Coca Cola y fanáticos de la Pepsi. Eso ocurrió en el paleolítico superior. Ahora nos dividimos entre los que viven la tecnología como el fin, y los que saben que es el medio. O viceversa.

¿Monte o playa? ¿Trabajar o cuidar del hogar? No, ahora el género humano se divide entre los adictos a las series y los que todavía ven televisión. O entre los que creen que el país va bien, y los que se echan las manos a la cabeza. Los que corren maratones y los que los ven pasar.

Grupos irreconciliables. Antes... ¿merengue o salsa? Hoy... Spotify o ¿te acuerdas del LP? Fast food y Slow food. Tatuajes: pasión militante o aversión profunda. ¿Trump o Hillary? Esa es fácil; nadie duda sea cual sea su elección. Hay quien cree en un Islam moderado y quien ve que el problema es que el Islam no permite la moderación.

Hay diferencias no sólo económicas o generacionales entre elegir un derretido de queso en Barra Payán o una hamburguesa “de autor” con todos los ingredientes en inglés. Es todo mucho más complicado.

Son dos maneras de ver y estar en el mundo...

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