No todos rechazan las dictaduras militares

Nadie quiere una intervención militar extranjera en Venezuela. La cuestión es ver si Nicolás Maduro (y los que le rodean y eso incluye al gobierno y ejército cubano) están en disposición de dejar el poder sin derramar más sangre. Sangre venezolana.

Maduro volvió a rechazar la celebración de unas elecciones, jamás reconocer á a la Asamblea que salió legítimamente de las urnas en unas elecciones que él y su entorno desconocieron.

¿Cómo se termina con una tiranía? Los grandes filósofos se han pronunciado sobre el tema. Pero una cosa es filosofar y decir que sí, que Maquiavelo y Santo Tomás de Aquino creen que es lícito matar al tirano y otra cosa es dar el tiro.

Diálogo, diálogo, diálogo... ¿cuál es el límite de la intención de dialogar? Claramente, solo hay diálogo cuando los dos que se sientan a la mesa están en disposición de llegar a un acuerdo. No a un consenso, sino a un acuerdo. Parece improbable que Maduro acepte un diálogo con buenas intenciones. Pedir el apoyo al papa es pedir tiempo y que pida a Guaidó que se siente a dialogar es una trampa. Ya ese plazo pasó.

Apoyar a Maduro a estas alturas de la crisis venezolana es un absurdo que sencillamente esconde otros propósitos. Maduro, el chavismo, ha llevado a Venezuela a la crisis más profunda imaginable en estos tiempos.

Con el régimen chavista pasa lo mismo que con el castrismo. Hay gente -mucha, tristemente- que los apoya. Y que no puede verbalizar que le gustan las dictaduras. No se puede defender una cosa y lo contrario al mismo tiempo. Son dictaduras militares. Guste o no el término

Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Actualmente es la directora de Diario Libre. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.