Una idea que brilla más que nunca

Los dominicanos vivimos pidiéndole mucho a nuestro país. Esperamos que sea una nación desarrollada, con ciudadanos perfectos, donde todos vivamos bien y felices y, además, decimos que por eso la independencia es un fracaso, al punto que algunos piensan que hubiese sido mejor anexarnos a otro país más desarrollado.

Quizás, si repasamos nuestro devenir, nos convenzamos de que le estamos pidiendo mucho a esta tierra.

Cuando se proclama la independencia éramos unos 125,000 habitantes, es decir un poco más de dos habitantes por kilómetro cuadrado. Prácticamente no producíamos nada y hasta importábamos la sal que consumíamos a pesar de estar rodeados de agua salada.

El primer millón de habitantes lo conseguimos casi 440 años después del descubrimiento, o sea que no era posible desarrollar un mercado interno para la industria o el comercio a gran escala.

En el último siglo hemos adelantado más que en los cuatro siglos anteriores, a pesar de que la mitad de este siglo la hemos vivido en dictadura, ocupaciones militares, golpes de estado y con unos políticos que no han sabido erigirse en modelos de ciudadanos.

Hoy tenemos una nación libre, próspera, con ciudadanos que “se la buscan” de cualquier manera y tenemos más estudiantes en las escuelas que el total de habitantes que teníamos en 1950.

Sin dudas, hay grandes carencias, mucha gente que la pasa mal y otros que no respetan nada. Muchísimos aspectos necesitan ser mejorados, pero nunca ha existido tanta libertad y oportunidades como ahora.

Por eso, nunca he aceptado que Duarte fracasó. Por el contrario, su idea brilla hoy más que nunca.

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