Banderas sin astas

Los partidos se hunden. Fíjese usted, hasta la policía los supera en estima pública. La degradación, hay que decirlo, se debe a la acumulación de sus inconductas. La democracia peligra. La herida mortal, como a César, la causarán sus hijos, los partidos políticos. El régimen de libertad que ayudaron a crear los supera. La institucionalidad les queda grande. Las organizaciones partidarias son cuerpos invertebrados. Les falta el esqueleto, la estructura interna sólida que sostiene al cuerpo doctrinal. Son banderas sin astas, mecidas por el viento de la ambición. La tarea del momento no es ganar candidaturas, sino reconstruir los partidos. hfigueroa@diariolibre.com