Personalidad propia

Los signos ortográficos tienen su personalidad propia

Siempre he estado enamorada de los signos ortográficos, pequeños, pero regidos por unas normas que les dan su personalidad propia. Hoy nos enfocaremos en el guion. No se escandalicen si lo ven escrito sin tilde. Ya la Ortografía académica de 1999 establecía la consideración de la unión de una vocal cerrada átona (la i, en este caso) y de una vocal abierta tónica (la o de guion) como un diptongo ortográfico. Esto convierte a la palabra guion en un monosílabo y, por lo tanto, no debe llevar tilde.

Dejemos a un lado la ortografía de la palabra misma y volvamos a la ortografía del guion. Empecemos por su escritura: una pequeña línea horizontal (-): cuatro veces menor que la raya (–), especifica la Ortografía académica, y exactamente la mitad que el signo matemático menos, situada a media altura sobre la línea de escritura.

El guion se utiliza como signo de división de una palabra a final de línea cuando no cabe completa. Para esta operación tenemos que respetar la división silábica de la palabra y la integridad de las sílabas resultantes para que la lectura sea lo más fluida posible. También sirve el guion para unir palabras u otros elementos entre los que establece una relación estrecha; por ejemplo, cuando sumamos dos adjetivos (literatura infantil-juvenil o manual teórico-práctico) o cuando añadimos un prefijo a una sigla o a una palabra con inicial mayúscula (anti-FMI, pro-Cervantes).

Si duplicamos su longitud y lo colocamos en la misma línea de escritura lo convertimos en el guion bajo (que no rayita abajo, ni barra baja), cuyo uso está circunscrito al ámbito de las nuevas tecnologías, como el usuario de quien escribe en Twitter: @Letra_zeta. Ya ven, la personalidad del guion brilla cuando sabemos usarlo.


María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.