La veganidad: los Dones y Chago Roque

Toda novela es histórica

Toda novela es histórica. Sea que se desarrolle sobre un tema o personaje histórico específicos, o sea que describa situaciones, se fundamente en testimonios o su autor edifique una ficción en torno a realidades imaginadas, la historia humana, colectiva o personal asoma al cuerpo narrativo. Por alguna rendija habrá de colarse, en el hecho narrativo que funda, coordenadas sociales que permiten deslizar sobre el texto alguna locación o alguna vivencia histórica. Este posicionamiento es casi intrínseco a la narración novelística.

La ficción total es un mito. Siempre habrá trasfondos históricos en la narración. No hablo de hechos históricos consabidos. Me refiero a situaciones históricas de índole colectiva o personal. La Historia, con mayúsculas, es la fuente primigenia de la novela. Sin ella, tal vez resultaría difícil construir la trama sobre la que nace y se expande la narración.

En este sentido, creo estar seguro de que toda novela es histórica y de que todo hecho histórico se moldea para construir la historia novelada. ¿Qué otra cosa es Los miserables de Víctor Hugo, sino la historia novelada de las revoluciones que asolaron a Europa en la primera parte del siglo XIX, la extrema pobreza reinante en la época, producida por una secuela de injusticia, explotación y barbarie, que generará una rebelión de proporciones devastadoras y que conllevará al surgimiento de la Tercera República francesa.

Simón Bolívar, el centauro que vio demolerse su carrera guerrera a causa de sus exabruptos y de las traiciones que sufriera, ha sido objeto de variadas biografías, que es un género, como el de la autobiografía, donde con frecuencia sus autores aderezan la realidad que ofertan con ficciones. De las que he leído -Bolívar es uno de mis personajes históricos  favoritos- destaco la de la peruana Marie Arana. Pero, sin dudas, es la novela El general en su laberinto de Gabriel García Márquez, la que probablemente describa mejor la personalidad de este hombre extraordinario, fundador de seis naciones, alentando a los miembros de mi generación, y tal vez de generaciones anteriores o posteriores, a conocer las glorias, devaneos y derrotas humanas y morales del Libertador. Obra esta que fue completada, o a lo mejor narrada desde otra visión, por la prosa atrapadora de William Ospina en su libro En busca de Bolívar, un texto narrativo que no es novela, pero que buscaría serlo.

Algo similar ocurre con el español Javier Cercas, quien con su famosa novela Soldados de Salamina, retrató un hecho real ocurrido durante la guerra civil española. Digamos aquí que la novela de Cercas es una descripción testimonial que la ficción engalana. Creo que así deben ser todas las novelas históricas o historias noveladas. Los norteamericanos, que son especialistas en diseñar frases que acomoden las definiciones, llaman a este tipo de novela Faction, o sea fact más fiction, el hecho real más la ficción.

Aunque se llamen solo por el nombre de novela, creo que son novelas históricas, o para seguir la onda definitoria estadounidense, Faction, las narraciones que forman la llamada novela del dictador latinoamericano, desde El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, sobre el dictador de Guatemala, Manuel Estrada Cabrera; Yo, el Supremo, del paraguayo Augusto Roa Bastos, basada en la vida del dictador perpetuo Gaspar Rodríguez de Francia; hasta La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, sobre la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Me gustaría agregar, porque es una novela fascinante en su narrativa y argumento, la del italiano Antonio Tabucchi, Sostiene Pereira, que tiene como fondo la dictadura portuguesa de António Oliveira Salazar, la guerra civil española y el fascismo de Mussolini. Desde luego, son novelas basadas en situaciones históricas, pero escritas con aliento literario.

La novela dominicana nace con el tema histórico, tal el Enriquillo de Galván. Pasará por varias etapas, hasta llegar a las obras de Federico García Godoy, Juan Bosch, Marcio Veloz Maggiolo, Carlos Esteban Deive y Ramón Emilio Reyes, que produjeron textos fundamentados en la historia bíblica, salvo el autor de Rufinito y Guanuma, quien por cierto es el primer escritor en incorporar aspectos de la historia dominicana en la novela.

Este brevísimo paseo por la novela histórica, con unos pocos ejemplos, sirve de entrada para examinar la narración, con los matices propios del género, del libro Destellos de gloria de César Arturo Abréu Fernández.  El objetivo del autor queda claro desde que introduce su narración: destacar la contribución de los veganos, de forma activa, leal y permanente, a la proclamación y defensa -sangre, héroes y mártires de por medio- de la independencia nacional, desde antes, y hasta mucho después, de la proclamación de la República Dominicana como nación libre e independiente, el 27 de febrero de 1844.

Protagonistas y personajes  secundarios de la novela, ocupan su lugar en la historia dominicana. Los conocemos desde los libros de texto que estudiamos en la primaria hasta la educación universitaria. Aquí quedan retratados de forma reverente y fiel: la vegana de Jamo, Juana de la Merced Evangelista Trinidad, conocida como Juana Saltitopa; las célebres Hermanas Villa, cuatro mujeres valientes y de vinculación firme con la gesta independentista, a quienes cabe el honor, reconocido en nuestra historia, de haber confeccionado la primera bandera dominicana que ondeó en el Cibao, y cuya morada tuvo como huéspedes a Juan Evangelista Jiménez, enviado para promover el Manifiesto patriótico del 16 de enero de 1844, escrito precursor del grito de emancipación, y el propio Juan Pablo Duarte, cuando visitó, luego de la proclama febrerista,  la ciudad de La Vega.  Igualmente, forma parte del argumento central de esta obra, el famoso, y olvidado, héroe de las batalla del 30 de marzo y de Beller, Francisco Antonio Salcedo, conocido como Tito Salcedo. Nativo de Santiago fijó residencia en un campo de Moca llamado Santa Rosa, y allí murió en 1881.  Otros héroes de esta historia son, el sacerdote peruano Gaspar Hernández, Francisco del Rosario Sánchez, Tomás Bobadilla, Juan Luis Franco Bidó, Benito Monción y Gregorio Luperón, a quien el autor de Destellos de Gloria da vida, en bien insertados diálogos, en esta obra. Están, por supuesto, los héroes veganos, tal vez desconocidos por la mayoría, y que sin embargo jugaron roles estelares en aquella etapa fundamental de la historia dominicana: Marcos Trinidad, Manuel Mejía (“el más importante hombre de armas vegano en las campañas de Ia Independencia”), el sacerdote José Eugenio Espinosa,  José Concepción Tabera y del Hierro, Toribio Ramírez (héroe de la batalla del 30 de marzo), Pepe Velasco, Felipe Vásquez, Pedro Ramón de Mena (responsable de levantar en armas a La Vega, Moca, Cotuí y San Francisco de Macorís), entre otros.

A estos héroes de carne y hueso, registrados en la historia nacional y en la historia local, se unen los que la ficción crea para otorgar el contenido que ha de fortalecer, sensibilizar y moldear con esmerado propósito la narración. Chago Roque Trinidad es, sin dudas, el protagonista esencial de esta novela. El hilo argumental se entreteje siempre con las osadías, la firmeza de carácter y la vida personal, familiar y patriótica de este personaje vegano, cuyas actuaciones constituyen el nervio de esta narración. Utilizando un lenguaje de singulares matices, el narrador engarza la historia real –bajo descripciones a veces sombrías, en ocasiones ensoñadoras-  con los escarceos de romanticismo pleno y con la hechura de hombre bravo y precavido a la vez, de Chago Roque, un héroe popular que termina siendo entrañable.  

Junto a Chago, rodeando el mundo de la veganidad que conspira contra los invasores haitianos, y a su vez contra los malos dominicanos anexionistas, está el grupo de Los Dones, veganos de abolengo que eran la inspiración moral de sus ciudadanos y a quienes se solía  acudir en momentos en que se necesitaba de sus auxilios y orientaciones. Juan Bosch sería el primero de quien leí sobre Los Dones, figuras ubicadas en la cima de las clases sociales de La Vega.

César Arturo Abréu no ha construido una novela histórica al socaire. Como todo buen narrador, ha hurgado a profundidad en las fuentes, para que nada pueda parecer impropio, para que ningún elemento se escape. Y digo esto, porque los términos militares, junto a los temas históricos, están ofertados en esta obra con pleno dominio de conocimientos. Y, del mismo modo, los personajes, perfilados con destreza narrativa y encomiable disposición en el escenario de la contienda. Los veganos deberían conocer la historia de su pueblo, sus héroes y su servicio a la patria leyendo este libro conmovedor y con encanto expositivo. Y la historia debiera enseñarse en las escuelas de forma novelada, como la ha escrito César Arturo Abréu.

LIBROS
  • Aventuras y desventuras de un
    joven en la Era de Trujillo

    César Arturo Abréu F., Editorial Santuario, 2019, 296 págs. Novela histórica autobiográfica, que revela los padecimientos de un joven vegano en su lucha contra la dictadura.

  • La Concepción de La Vega.
    Raíces de nuestro espíritu

    César Arturo Abréu F., Ediciones Ferilibro, 2009, 369 págs. El espíritu de una ciudad histórica, cultural, olímpica, carnavalesca y de un activo tránsito económico.

  • Senderos de la Fe

    César Arturo Abréu F., Editorial Santuario, 2021, 211 págs. Un paseo por las rutas religiosas del país dominicano. El itinerario comprende desde La Isabela hasta San Juan de la Maguana.

José Rafael Lantigua, escritor, con más de veinte libros publicados. Fundador de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. De 2004 a 2012 fue ministro de Cultura.