De buena tinta - Nadie aprende en cabeza ajena
Esa es la lección del caso Figueroa Agosto
Una vez anduvo por estas tierras un señor de origen mejicano a quien nadie le pidió credenciales porque se entendió que no las necesitaba.
Era suficiente saber que era un hombre de dinero, que poseía aviones y que estaba interesado en hacer inversiones. Por la montura se conoce al jinete, dicen. Sin embargo, sucede que las autoridades norteamericanas del Sur de la Florida iniciaron unas investigaciones sobre lavado, y el principal sospechoso lo fue ese papucho, a quien aquí se había cortejado de manera excesiva.
Fueron muchos los empresarios dominicanos de reconocida fama y sólida fortuna que se sorprendieron cuando oyeron a los fiscales de allá hacer coro con Fefita La Grande en su éxito " vamos a hablar inglés ". Unos se taparon la cara, como en el teatro antiguo, pero otros se enfrentaron, y como no tenían hechas, tampoco sospechas, y arreglaron su mundo por las buenas. Recibieron una lección que no olvidarán jamás. Pero como nadie aprende en cabeza ajena, vino el puertorriqueño Figueroa Agosto y otros cayeron en la trampa de hacerle ojo bonito.
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