¿Y por qué no los quita?
Hay funcionarios buenos... y muy malos
Se ha dicho y vuelto a decir que el presidente Luis Abinader Corona es ejemplo de dedicación y trabajo, que apenas descansa y que anda con las ojeras del interés nacional en la cabeza 24/7. A juzgar por el horario que se gasta y las veladas quejas familiares, la afirmación no marcha descaminada. A cualquier funcionario o amigo le envía un WhatsApp en la madrugada, testimonio digital de que el hombre está en lo suyo y no precisamente durmiendo.
Contrasta la dedicación presidencial con el resto de sus funcionarios. Los hay buenos y también muy malos. A la vicepresidente le sacan comida aparte porque no se le conoce pasatiempo fuera de las ocupaciones oficiales. Y en Santiago la echan de menos aunque de seguro le verán con más frecuencia una vez se anuncie la campaña electoral.
Cuentan las Escrituras que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, lo que lleva a pensar que, al menos en el gabinete y en otras instancias superiores, deberían imitar al presidente. La sorpresa es por qué no salen los decretos cancelando a los inútiles: ministros, cónsules, directores, embajadores... La respuesta en los corrillos políticos es memorable y malvada: “¡Es que todos son de Hipólito!” Tampoco así.
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