El otro reto de la Policía Nacional
Los desenfrenos navideños la desafían
La Policía Nacional está en estos días como la arepa, con candela por arriba y candela por abajo. Por un lado, recibe, con justa razón, cuestionamientos por los últimos “excesos” de algunos de sus agentes que se han cobrado la vida de al menos dos personas y otros que han participado en actos delincuenciales. Por el otro, sigue sufriendo bajas por parte de delincuentes.
En el primero de los escenarios, la entidad está compelida a actuar apegada a la ley y someter e identificar a estos policías que se han desviado y han actuado contrario a su sagrado deber, que es proteger a la ciudadanía.
A esta situación se le suma el reto de hacer frente a una delincuencia, que se desenfrena para las festividades navideñas y los asaltos se multiplican poniendo en zozobra y pánico a la población.
El dinero que se mueve en diciembre también mueve a los atracadores y el cuerpo del orden tiene que proteger a las personas en los barrios, a la salida de las plazas, en las calles, parqueos y, prácticamente, todos los lugares públicos.
El único lugar seguro pareciera ser el hogar y no siempre sucede así. El inventario de asesinatos de agentes se ha reducido, pero intimida.
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