Se requiere acción ya
Un plan generoso en palabras, pero pobre en presupuesto y voluntad sostenida
El Gobierno presentó el Plan Nacional de Discapacidad 2025-2035 con solemnidad, diagnóstico amplio y un catálogo generoso de intenciones. Suena bien —¿quién podría oponerse a la igualdad de oportunidades? —, pero el documento peca del viejo vicio dominicano: demasiada declaración, poca acción verificable. Las palabras, sin obras, son apenas la primera acera que hay que reparar.
Porque si de inclusión hablamos, conviene empezar por lo elemental: las calles. Caminar por la ciudad es una odisea para cualquiera; para una persona con discapacidad, un acto de heroísmo. Aceras rotas, postes en medio del paso, motores trepados donde no deben, hoyos que parecen emboscadas y rampas que existen solo en los reglamentos. Antes de formar comités, diagnosticar portales web o diseñar normativas, lo urgente es hacer transitables los espacios públicos, limpiar obstáculos y devolverles el uso a quienes nunca han podido ejercerlo plenamente.
La verdadera inclusión no se decreta: se pavimenta. Requiere presupuesto, supervisión, continuidad administrativa y una voluntad política sostenida más allá del anuncio. Requiere también respeto ciudadano: nada logrará el Estado si seguimos colonizando las aceras como si fueran extensiones privadas.
El plan abre una conversación necesaria. Pero, para ser creíble, tendrá que demostrarse en el terreno. En la calle. Ahí donde la igualdad se prueba, no se promete.