“Amigos empresarios”, ¿de quién?

No todos los amigos son buena compañía

Desde cuando Cuca bailaba hasta ahora era corriente oír a un político decir que tal o cual actividad o encuesta fue financiada por empresarios amigos o amigos empresarios que no querían que se conocieran sus nombres.

No quedaba claro si el truco era por el empresario o por el amigo, pues que se sepa la generosidad no es pecado sino virtud. Cada cual, además, hace con su dinero un pito y se lo da a tocar a quien quiera.

Jesús, y no Feris Iglesia, mandaba a que no supiera la mano derecha lo que hacía la izquierda, pero esos eran otros tiempos y no los de ahora en que todos los asuntos, hasta los personales, se manejan como espectáculo.

Ahora, y con el acontecimiento más reciente todavía en tarima, se piensa en los ilícitos que habrán sufragado esas cuentas políticas o de políticos.

Ocultos tras la cortina vale preguntarse ¿a cuántos de esos empresarios amigos o amigos empresarios les convenía dar la cara, o al político asociarse públicamente con personas que no eran el mejor referente?

Es posible, aunque nunca se sabe, que esa expresión de empresario amigo o amigo empresario, no se escuche por un buen rato. ¡Anjá Odebrecht!