La gente poco confiable siempre vota
De ahí los cambios en las encuestas...
En campaña conviene que los candidatos sean confiables, pero también los votantes. Ese ideal -sin embargo– se hace cada día más difícil.
Las encuestas saben que la confianza no va a partes iguales y los gráficos no registran líneas rectas, como ascenso de montaña.
Las caídas y levantadas son proverbiales, y añaden emoción a la competencia.
Luis y Gonzalo como candidatos tienen las cualidades de sus inicios, de manera que los altibajos de ahora no se deben a sus mudanzas de ánimo. Aunque sí del electorado que se consulta por teléfono.
El plato de comedores económicos de Gonzalo está ganando más apetito en los últimos mediodías que el delivery de Luis. El oficialista sirve él mismo, con cuchara grande, mientras el oposicionista utiliza las iglesias, olvidando que Dios importa más que sus santos.
Ese cubrir las apariencias fue un riesgo y ahora se paga la consecuencia, pues la gente quiere paloma en mano y no un cambio volando.
Es el caso de los motoristas, defensores de la Constitución en los días de lucha contra la reforma, y que – al parecer – se dejaron acariciar por la mano amiga del Gobierno.
Y esa gente poco confiable es la que vota.
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