¡Ay! qué reformistas tan cabezudos...

Todos creen que ganaron... y perdieron

Los reformistas quisieran ser como Juan, el hijo pródigo, pero se les podría pelar el billete. Dilapidaron su parte de la herencia y difícilmente recuperen el afecto del padre.

No se arrepienten, ni piden perdón y menos cogen cabeza. Unos borrachos impenitentes que siguen confundiendo el bombillo del poste de luz con la luna. Lo del pasado domingo fue un capítulo triste, pero ni cuenta se dieron. Adelantaron el lechón como si fuera Nochebuena y se felicitaron como si fuera Año Nuevo.

Cada cual se aplicó a su juego como si Frank Sinatra siguiera vivo, y como era sin árbitro ni contrario, en sus pizarras registraron récords impensables. ¿Qué pasará ahora? Nada. Aunque tienen guantes, no podrán darse revancha como Canelo y Golovkin. Lo suyo a un solo asalto y sin modelo en biquini. La Junta les sacó el cuerpo, y ese cuerpo no puede aparecer ahora en el Tribunal. Ninguno irá al TSE a buscar justicia, pues la obtuvieron con sus propias manos. Por suerte a Balaguer lo enterraron en féretro amplio. Así da vueltas sin pena cada vez que se produce uno de estos despropósitos de quienes se dicen fieles a su legado. Todos ríen de primero.