Deshonestidad en muchos campos

Es lo mismo robar que manchar reputaciones

Entre la llamada gente de a pie se confunden nociones y no se advierten las imposturas. No basta con ser honesto en el manejo de fondos, sino también en ideas y posiciones.

La opinión pública se parece a las alcantarillas que desaguan en las calles o en un río. Se contamina todo.

En estos días se vive una situación impúdica en la que se habla y se actúa sin rubor. Abogados que pretendiéndose independientes hacen la tarea de otros o por otros.

Óigase la radio, véase la televisión, asómese a las redes. Los farsantes llevan a cabo una obra de perversión, de manipulación, de descalificación, con naturalidad y suficiencia propias del Teatro Inglés. Sin embargo, cuando se averigua bien y se descubre el verdadero carácter, la condición cede y el temperamento real se sobrepone a la apariencia.

¿Cómo puede atacarse una sentencia o descalificarse a una jueza como académico u hombre del derecho si se asesoró o se asesora al Ministerio Público en el caso en cuestión?

Hay muchas formas de deshonestidad, y no hay que pedir peras al olmo, pero sí que el olmo mantenga la compostura y no haga lo impropio.