El encono mayor se da adentro

Son compañeros que parecen enemigos...

Lo bueno o lo malo de la lucha interna de los partidos es su parecido con los ríos en tiempo de tormenta, cuyas aguas crecen y arrastran de todo. El refranero lo supo y lo dijo de muchas maneras, y propias a cada circunstancia: cuando el río suena..., y suena porque trae piedras, pedazos de palo, culebritas y un sucio que no se termina.

Así la lucha política entre iguales.

Habría que investigar, porque resulta inexplicable que el encono sea mayor entre compañeros o compatriotas que entre extraños. E incluso oponentes externos, gente con la que se disputa el poder, y el poder debiera ser lo más importante, lo principal.

La impresión es dolorosa, porque en ese combate de palabras o de versiones se descalifica al más bonito, al mejor posicionado, y se le ataca como si nunca en el futuro fueran a darse la mano o coincidir en afanes.

Es el caso de políticos que se veían de lo más bien hasta que el rival de adentro les soltó la faja y se advirtieron sus carnes fofas, sus grasas escondidas. Nadie conoce reacción del sol, pero debe sentirse ofendido de que se aproveche su luz para sacar trapitos sucios. Culpas del tiempo y no de España.