El Gobierno se desmarca de los EEUU

El campamento reeleccionista sigue...

Los norteamericanos tienen sus humores, pero también ánimo de rutina. Ningún portaaviones asoma, pero llevan cuenta de los malos. E igual de los males. Por ejemplo, advierten a sus connacionales no andar cerca del Centro de los Héroes, o por los alrededores del Congreso, como en otras ocasiones por los lados de la UASD.

Cada año, y sin mancar, el Departamento de Estado da un informe que es una radiografía política, social y económica del país. Lo mismo que American Watch en cuanto al respeto a los derechos humanos, o las certificaciones de agencias oficiales sobre otros aspectos.

El vivir bajo esa sombra lleva a veces a olvidar la necesidad de tomar un poco de sol o a creerse que toda reacción forma parte del todo incluido. La llamada de Pompeo ilustra al respecto. El Gobierno, en vez de recogerse, arremete, y no contra el secretario de Estado, pues no es loco, sino contra quien supone beneficiario. Los estrategas entienden que si llamó personalmente y no recurrió al enviado especial, como es lo usual, no hubo intención de agravio. Cualquiera se equivoca, pero pánico –al parecer– no hay, y todavía no desmontan las tiendas del campamento reeleccionista.

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