El morbo perdió una batalla
Pero los partidos tuvieron que hablar de dinero...
Lo bueno de las campañas electorales es que todo se habla, y lo mejor es que todos se ponen en evidencia. Que al que todo escupe sin el debido cuidado, la saliva le cae en la cara.
Por ejemplo, todos los partidos y candidatos se llenan la boca con la palabra transparencia, pero a la hora de la verdad se impone el ocultamiento.
Hubo debate sobre el uso de fondos públicos, pero uno que otro se pasó de contento y puso debajo del candelero los fondos privados. Sólo que en ese renglón el ánimo no fue el mismo.
La vela era necesaria, pero no tan lejos que alumbrara poco, ni tan cerca que quemara al santo.
El esclarecimiento de esos dineros era una tarea pendiente, y por alguna razón la Junta obligó a los partidos y los colocó en un trance difícil: el que no dé cuenta, no cobra.
Hubo retraso, y era lógico, ya que toda costumbre nueva lleva tiempo, pero al final no les quedó de otra que someterse al reclamo, o requisito.
Aunque no del todo, y solo para cubrir las apariencias. Dijeron el pecado, pero no el pecador. La cuantía del beneficio, pero no la identidad del benefactor.
El morbo perdió esta vez la batalla.
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