El presidente peleó sin pedir cuentas

Su enfado debió dirigirlo hacia otros...

El presidente anda molesto (¿puede el presidente molestarse?) porque al gobierno le dan palos como quiera. Si rema y si deja de remar.

Cree estar haciendo en salud lo que nunca se había hecho, construye hospitales que superan a los centros privados, y sin embargo, por una filtración descalifican su política en el sector.

No acepta que es culpa de las lluvias y no de la mezquindad de la gente. El Moscoso era su niña bonita, pero se orinó en el aula y hubo que botarla del colegio. Provocó a la clase media y la clase media le respondió, pues con ella no hay manera ni se la seduce con bono hospital. Lo suyo es más profundo y de mayor alcance. La impunidad subleva y la inundación en un edificio recién inaugurado es impunidad desde el momento en que no se procede contra el responsable del daño. El error es error, incluso técnico y humano, pero el régimen de consecuencia obliga al gobierno, dueño de la obra, a cobrar el descuido.

Ese plato se rompió y si no se llama la atención al causante, se irá a pique toda la vajilla. Debe pedir cuenta primero y después fastidiarse todo lo que quiera.

Así de fácil, así de simple.