El que a cálculo mata...

Ya el mudarse sirve de base a un expediente...

Los funcionarios tienen que saber que los tiempos cambian, y no porque lo dijera Bob Dylan, icono de la música popular estadounidense y premio Nobel de Literatura. Los altos cargos incluyen tentaciones, pero igualmente riesgos y peligros. A los que flaquean, el escándalo los sorprende en la esquina. Y la envidia los contamina, aun cuando sean puros como los ángeles antes de la sedición de Lucifer. No hay honra que se sostenga por sí misma. Como mango en la mata, desde que está maduro, lo tumban a pedrada. O va a tierra al primer brisazo o al segundo remeneón.

Hay que cuidarse más, pues, y no dar papaya como dicen los paisas.

Las mudanzas, por ejemplo. Los funcionarios tienen la mala costumbre de cambiar de edificio o de barrio, y siempre buscando mejoría. Vivían estrechos y la mujer se quejaba. Vivir en torre es la moda, y también la perdición. Lilís aconsejaba al compadre que se comiera el pollo y escondiera las plumas. Ahora hay que disimular las comodidades.

Recién acaba de mudarse y ya le tienen el agua puesta y anda con la soga a rastras. El que a cálculo mata, a cálculo deberá morir.