El que escupe para arriba...
Nadie aprende en cabeza ajena, dicen
En un bodrio que se transmite por Netflix con el título de El Dragón, se da una situación muy interesante y aleccionadora.
Nadie aprende en cabeza ajena, pero en ocasiones conviene hacer el esfuerzo, pues ninguna circunstancia es igual a otra, pero pueden parecerse.
En las elecciones de un gobernador se detecta la compra de votos, y los núcleos de apoyo del candidato afectado hacen dos cosas.
La primera, denunciarlo a la policía, y la segunda, crear un grupo de choque. Las dos acciones combinadas logran su efecto: eliminan el negocio y se impone la voluntad popular.
En cada elección local o nacional sucede lo mismito que en México, cuya corrupción del voto es costumbre, casi ley, sin que se reaccione adecuadamente.
Ni se llama la policía ni se forma grupo de choque, dejando hacer, dejando pasar. Aunque sí se acusa a la Junta de descuido y falta de autoridad.
Esa irresponsabilidad cívica y política tiene explicación. Sale perjudicado el proceso, al convertirse en una competencia amoral, pero no los partidos ni los candidatos.
Ninguno dice nada porque sería como escupir para arriba y ver la saliva caer en su propia cara y no en la del adversario.
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