Francisco baila, a pesar del fuego

El Procurador bailó son el viernes en Lucía...

Francisco, el Procurador, no el Papa, pero igual de bueno, lo tienen como a la arepa: fuego por abajo y fuego por arriba, aunque todavía no logran quemarlo.

Los peledeístas fueron los primeros que levantaron la pira, como a Juana de Arco, pero entonces y ahora se vio como lucha interna, y entonces las culpas se repartían entre Leonel y Danilo.

El uno contra el otro.

Ahora Hipólito y Luis piden su renuncia, sólo que no se pusieron de acuerdo, y tratan el caso de manera distinta.

Hipólito le recomienda dejar el cargo, porque fracasó en la lucha contra la corrupción, pero le reconoce valor e integridad. Luis, por el contrario, lo acusa de ser parte de una farsa montada por el gobierno.

Hipólito lo trata con suavena, y se cree que por primo (el Domínguez es la sangre que pesa más que el agua), en tanto que Luis le da con el cubo, y por poco con el palo de suapear.

Francisco, por su lado, lo toma con filosofía, y el viernes en la noche se le vio de lo más acaramelado con su esposa, en Lucía, oyendo y bailando la música de Víctor Víctor, su compueblano.

Sabiendo que Hipólito ni Luis pueden quitarle lo bailado.