La calle aprieta y el Gobierno triunfa...

Si no fuera por la calle, el promedio fuese cero

El gobierno no anuncia la tormenta, deja la tarea a meteorología extranjera, pero cuando se acerca una especie de COE pone mano a la obra.

Así fue con el Pacto Migratorio.

Se iba a acabar el mundo, y el mundo no se acabó - a pesar del arcángel Miguel estar de lo más quitado de bulla-, porque los leones del Palacio se ocuparon de rugir a tiempo.

El gobierno por igual deja que la botella haga acto de presencia, la gente se da cuenta de que va la cosa y pide el deseo. Entonces viene el genio, ya salido de la botella, y lo realiza de manera admirable.

Así sucedió con el Pacto del Refugiado.

Entretenidos haciendo el cuento de la clasificación de los equipos, se descuidan o no se advierten los otros juegos del camino.

Ese one-two formidable de calle gobierno que le va ganando a la ONU que hace de cada pley una vaina. El pitcher calle le tira una güevita al bateador gobierno y este la pone amarillita.

El gobierno no saldría tan bien parado si no fuera por la expectación de la calle. Opinión pública toda verde y el gobierno ve con asombro como el otoño se vuelve primavera.