La calle se portó bien el domingo
La presencia de los líderes fue decisiva...
La quema de gomas es como la compra de cédula: si aparece el dinero y la oportunidad, se lleva a la práctica. El domingo hubo de uno y de otro.
Aunque de manera discreta y escasa participación.
Los peledeístas no lo cuentan entre sus logros, pero el recogimiento de la protesta merece ser reconocido como éxito. El programa de pagar para no pegar –sin duda– llenó el cometido.
Incluso no se recuerdan los días gloriosos de Capotillo, cuando era la chispa que encendía la pradera, en los tiempos oscuros de Balaguer.
La huelga empezaba temprano y sin mayores hazañas hasta que después del mediodía se levantaba el barrio a enfrentar a las fuerzas del orden. Lo suyo era que nadie durmiera la siesta y que los policías más aguerridos se probaran en la represión. El saldo siempre luctuoso, y más cuando no existía el 911.
El domingo pudo ser día de juicio, al suspenderse las elecciones, pero según reporte de las autoridades no se ocasionaron grandes daños. Solo humo poco y disperso.
Al hablar los líderes, al dar la cara, y manejarse la situación de manera institucional, la violencia de la calle debió guarecerse en sus casas.
Momento habrá, dijo un chusco.
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