La osadía se paga cara
Las multas ya no discriminan por sexo
La patrulla no discrimina y por eso se producen todos los incidentes que se conocen en las redes, que no son baúles de nadie y tampoco se contienen.
El “Usted sabe quién yo soy...”, el “Comandante, no se busque problema...”, el “Llámese a fulano...”, etcétera, fueron las primeras víctimas de la pandemia.
Las damas que andan a deshora lograron algo que todavía se les niega a las mujeres: la igualdad. La primera sensación del toque de queda fue una joven que cenó donde la abuela.
–“Dama ¿ de dónde viene? De cenar en casa de mi abuela
–¿ Ya cenó? Sí
–Súbanla”.
Después se han visto los demás casos, todos reveladores, pues no se sabía que las muchachas de trasnoche, enemigas del confinamiento, fueran tan rebeldes e irreductibles al protocolo. Insolencia con nombre de mujer.
Los fiscales emulan a la guardia nocturna y aprovechan a una buscadora de ruido para dar un ejemplo de esos que perduran o que podrían aleccionar a los desaprensivos de toda condición. Lo de la multica esa o despachar a media mañana parece que llegó a su fin. Ahora, el o la que lo haga, pagará caro la osadía de andar y desandar durante la veda.
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