Los “americanos”, la Justicia y la visa...

Febrero dirá si la presión hizo efecto...

Los demás encartados en el caso Odebrecht no necesitaron gitana que les leyera la carta norteamericana. La entendieron al vuelo y sin ayuda.

Solo menciona a Rondón y lo coloca entre los trece más malos del mundo, pero como la suerte de uno es la suerte de todos, sienten el acecho y se asustan ante el peligro. Incluso hacen inferencias encantadoras.

¿Por qué los norteamericanos se pronuncian y no dejan que el debido proceso llene su cometido? Simple. El Norte revuelto y brutal, como dijera Martí, se da cuenta de que la acusación es precaria.

Que cuando llegue febrero y se entre al fondo ocurrirá lo del Titanic: el hundimiento de un barco grande que no satisfizo las expectativas.

A falta de pruebas se impone la presión, y en esas condiciones la mejor arma no puede ser el código, sino la visa.

“¡Mira que te la quito!”

El juez no actuará de acuerdo con la ley, como es su deber ahora, o su albedrío, como lo era antes, sino pensando en la reacción del imperio.

¿Puede confiarse y ser verdadera una Justicia que se quita las vendas y juzga con el temor de perder una visa? Febrero dirá.