Los daños colaterales de Odebrecht

El CEA y Corde no se salvan de esta debacle

Donde quiera que Odebrecht hizo acto de presencia como buque insignia de Brasil, fuera en América o en África, se dedicó a hacer lo mismo: construir por arriba, corromper por abajo. Sobre una mesa de posición inclinada se diseña, pero en otra con mantel el trabajo es diferente. El catecismo lo califica como pecado y el Código como delito. Igual, en los países en que la constructora dejó su impronta, la discordia política asoma, y a lo largo de todo el continente, muchos que se creían librados de todo mal, ahora tienen la cárcel como destino.

Gente de poder de ahora o reciente, y que por razones diversas andaba con la soga a rastras, aunque acelera el paso, siente que se la pisan.

Daños colaterales, o arma de destrucción masiva.

El caso dominicano, por ejemplo. Corde y el Cea eran irremediables, con males congénitos, y ningún gobierno se ocupó de llevarlas a especialista. Estalló Odebrecht, y peor que Chernobil. La radioactividad moral se extiende y difícilmente se salven colindantes. Corde y Cea pudieron haber pasado, y quién sabe si los Tucano. Pero con Odebrecht pendiente, filo con filo tendrán que cortarse.